Las hermanas que emprendieron para preservar el legado familiar

Mar 11, 2024

Hace unos años, cuando le avisaron que su papá murió, Edith dejó su trabajo y su vida de 28
años en Guadalajara para regresar a su pueblo natal, Atotonilco El Alto. Tenía que cuidar a su
mamá y mantener el negocio de su padre, de café extracto. No podía permitir que el legado
familiar se perdiera. Lo mismo hizo su hermana Blanca, que dejó su trabajo de 17 años como
cajera en un banco para hacer equipo con Edith y preservar el negocio de la familia.
A los tres meses de la muerte de su padre, murió también su mamá. Pero lejos de detenerlas,
esta situación les dio más razones para seguir.
“Iniciar es el paso más difícil y soltar lo que tienes”, dice Blanca. “Las circunstancias nos
empujaron, lo haces o lo haces”, dice Edith.


Con una tradición de más de 40 años, don Fidencio Anaya había mantenido un prestigio y una
clientela asidua al café extracto, que se obtiene mediante un procedimiento artesanal de
filtrado de café por goteo que dura más de 18 horas.


Las hermanas retomaron el negocio con el nombre “Las Hijas de Anaya” y sueñan con abrir
nuevos locales fuera de Atotonilco para que más gente conozca y ame el café extracto. En
camino a ese sueño contaron con el apoyo del programa Hablemos de Emprendedoras, creado
por Tequila Don Julio, marca de Diageo, y la plataforma Mujer Emprende, en el cual han
participado más de 1,500 mujeres dueñas de negocios en Jalisco.
“Mi papá siempre fue muy trabajador. Siempre nos enseñó a hacer rectas, a trabajar, a echarle
ganas a lo que hagamos”, dice Edith.


Una historia que no termina
Edith y Blanca tomaron las riendas del negocio familiar sin casi nada, pues su papá apenas les
había compartido cuál era el proceso del café extracto y no sabían cómo manejar un negocio.

“Sí veíamos cómo lo preparaba, pero ni a mi hermano lo dejaba preparar el café. Era muy
celoso con su trabajo, yo creo que era lo que lo hacía especial”, dice Blanca.
Pero detenerse ante el primer reto no era opción. “Hija: Con una mesita se empieza”, recuerda
Edith que le decía su papá.


La historia del señor Anaya comenzó siendo muy joven como empleado de una cafetería, donde
aprendió todo sobre los procesos artesanales, la proveeduría y el negocio del café de extracto.
Un mal día el dueño del local falleció y Fidencio fue despedido.
Trató de arrancar un negocio de café por su cuenta, pero no tenía el dinero necesario para
invertir. Así que dejó su tierra y a su familia y se fue ‘de mojado’ a Estados Unidos. “Duró unos
años allá, juntó su dinerito, empezó otra vez aquí desde cero y desde ahí fue subiendo, e
impulsó el café extracto”, cuenta Edith.


Combinado con rompope, con tequila o para preparar un café expreso, americano o latte, el
café extracto se ha hecho famoso en Atotonilco y sus alrededores, en gran parte, gracias a don
Fidencio Anaya. “Su café es muy conocido y a él lo recuerdan mucho por su carácter fuerte. Sí
era muy geniudo, yo no digo que no, pero su producto era de lo mejor”, dice Edith.
Edith y Blanca tuvieron que aprender muchas cosas para mantener el negocio vivo y
encontraron una red de apoyo en Hablemos de Emprendedoras. Ahora, comparten
dos consejos para las mujeres emprendedoras que buscan cumplir sus sueños y dar vida a sus
empresas:
“La pasión es la clave. Hacer lo que te gusta es lo que te va a dar el resultado porque si estás
obligado a hacerlo y no te gusta, no va a funcionar”, dice Blanca.
Para Edith, se trata de no dejarte vencer ante la inseguridad. “Yo les diría a las mujeres que
todas empezamos con miedo. Las personas solemos tener miedo a emprender algo o hacer
algo. No se queden ahí. El miedo te puede impulsar a brincar esa barrera y a crecer.”

Fotos: Mujer Emprende. Texto original escrito por nuestro colaborador invitado: Genaro Mejía,
emprendedor, periodista de negocios, mentor, consultor y speaker.

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